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sábado, 7 de mayo de 2011

La leyenda de la cara del Moro del Castillo de Alicante

Esta leyenda se remonta a las primeras décadas de la dominación árabe y cuando la fortaleza del Benacantil era la morada de un poderoso Príncipe musulmán, cruel y déspota y dueño y señor de la comarca. La sumisa población cristiana de la ciudad no dejaba de hostigamiento, por lo que su odio hacia ellos hacía imposible la convivencia de las dos confesiones.


vivía por entonces una época tranquila y próspera debido a la tregua pactada con la población cristiana, lo que propiciaba que se sucedieran las celebraciones y fiestas, organizadas por el Príncipe, el Castillo, con el fin de invitar a prestigiosos y audaces pretendientes para que pudieran demostrar sus habilidades ante su hija Zahara a lo que la hermosa joven siempre mostraba indiferencia. En una de estas fiestas Zahara, cansada y aburrida, paseaba por su jardín particular cuando escuchar entre los árboles un ruido y vio esconder una sombra. LA valiente y curiosa Princesa no dudó en dirigirse al intruso y exclamó – quien aquí? -. De su escondite apareció un joven cristiano que se quedó inmóvil observándola. Zahara le interpela y le hizo saber que si era descubierto por sus guardias dentro del recinto, sería condenado a la pena de muerte. El joven le contestó que ya nada le importaba después de haber admirado su belleza y belleza y haber conseguido su objetivo que era verla y mirar a los ojos. Zahara se encontraba nerviosa y turbada por la presencia del joven, pues estaba acostumbrada a que todo el mundo se humillara ante él.

Zahara le dijo. -Yo no quiero que mueras .- y le tomó la mano y lo dirigió hacia un secreto pasillo, escondido tras unos rosales, y que el conduciría fuera de las murallas. -Volveré-, le dijo Fernando.

Mientras esto pasaba, la Princesa día a día iba entristeciendo y desmejorando y, de ello, no tardó tiempo en darse cuenta su padre, que empezaba a preocuparse ya alarmar, y trataba de consolar a su hija, pero ésta sólo le respondía abrazando a él y llorando. Tanta preocupación causó en Ben-Abed-el Hacid que decidió consultar con el astrólogo real que, después de realizar las investigaciones y cábalas oportunas, le respondió al Príncipe:-Tu hija , poderoso señor, sufre un mal propio de la juventud. Está enferma de Amor De un amor imposible! – El Príncipe montó en cólera y se dirigió al astrólogo: – Ibrahim, creo que mientes, pero si tan seguro estás de ello, dame el remedio que haya de curar a mi hija, de lo contrario morirás! – Ibrahim, el astrólogo, le contestó con serenidad: – ¡Oh señor, de nada te serviría mi muerte ya que sólo el amor es quien puede salvar a la princesa-. -Entonces, empezaré inmediatamente los preparativos de boda con el Sultán, – dijo Ben-Abed – Oh, Príncipe, no has entendido nada. Zahara no sanará con el amor que tú le ofrezcas, sino el elegido por su corazón .-

Mientras, Zahara acudía diariamente a su cita con Fernando tras los espesos rosales que ocultaban el pasillo por donde este accedía y así día a día y embriagados por el suave olor de las rosas, iban alimentado su amor tanto así, que la princesa estaba dispuesta a abandonar su Patria y su Religión y saltar estas barreras para huir y pasar el resto de sus días junto a su enamorado Fernando.
Pocos días después, Zahara fue llamada a presencia de su padre y éste le informó que, en breve, iban a partir hacia Damasco para casarse con el poderoso Sultán. Un grito desesperado salió por la garganta de la joven – No, no iré nunca ¡-. Su padre desconcertado y montando en cólera, sacudió violentamente a su hija – ¿Por qué desobedecer mis órdenes ¡Por qué no irás ¡- Porque quiero a otro .- dijo Zahara. Su padre la abofeteó – Su nombre ¡- le exigió mientras continuaba sacudiendo con tanta fuerza que la Princesa no pudo evitar revelar su pasión.

-Zahara-le dijo-hacemos un pacto. Si yo gano, tú tendrás que obedecer mis órdenes-lo que cerraba los planes de boda con el Sultán de Damasco-y si ganas tú, te dejaré libertad para que elijas a tu marido .- La joven asintió. No podía sino aceptar.

La noche se hizo eterna para Zahara. Al amanecer observó por la ventana un cielo azul purísimo, lo que le hizo estremecer pero al incorporarse, una exclamación salió de sus labios. Era sorprendente Toda la extensión que abarcaban sus ojos aparecía cubierta por un manto blanco. Todos los almendros que poblaban los alrededores y las laderas del Benacantil habían florecido aquella noche, como si la Naturaleza hubiera querido demostrar su solidaridad con la Princesa ¡Había ganado la apuesta ¡

Zahara corrió hacia las estancias de su padre emocionada para pedir la puesta en libertad de Fernando de repente, se detuvo y quedó paralizada. Enmudecida. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Un grito desgarrador surgió de su interior. Su mirada estaba fija en el torreón del cual una figura humana colgaba de la horca … Su padre ya había cumplido su venganza adelantándose a los acontecimientos. Zahara se dirigió rápidamente hacia allí y se abrazó al cuerpo, ya sin vida, de Fernando. Los dos enamorados, ya unidos para siempre, se precipitaron al vacío al romperse la cuerda que los sujetaba. Ben-Abed corrió hacia el torreón intentando llegar a tiempo … pero ya fue demasiado tarde. El Príncipe lanzó un grito y se desvaneció cayendo también por el acantilado, pero su cuerpo quedó capturado entre los riscos y matorrales que forman el “Macho del Castillo”, perdiendo también su vida.

/www.pysnnoticias.com/



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