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sábado, 14 de mayo de 2011

Cómo estar a solas o el Día de Pascal inglés Pascal Day

Por alguna razón el origen del Día de Pascal permanece indeterminado desde la exégesis periodística, siendo sus coordenadas de tiempo y espacio un misterio menor del saber contemporáneo.


El Día de Pascal –aunque más conocido por su denominación en inglés Pascal Day– consiste básicamente en permanecer un día de la semana sin salir del hogar y, en lo posible, sin tener contacto con otro ser humano, entendiendo contacto en el sentido de proximidad física. El nombre surge a partir de la conocida sentencia de Blaise Pascal: “Toda la desgracia de los hombres viene de una sola cosa, que no saben quedarse tranquilos en una habitación.” El día elegido por estos seguidores del claustro capitalista –salvo algunas mínimas excepciones– es el miércoles, y si bien la explicación se orienta a las estadísticas que determinan que es el día que menos interfiere con las actividades habituales de los ciudadanos, parece más acertado relacionarla con la idea, presente en la mayoría de los discursos de los acólitos, de que uno de los regalos más importantes que nos ha dado el universo es la división secuencial del tiempo. Y que es precisamente la matemática uno de los principales aliados de la locura o, mejor dicho, la que la estructura y convierte en planta productiva, lo que no es otra cosa que la voz de Shakespeare en boca de Polonio: Aunque esto es locura, hay sin embargo método en ello.

Por lo que la figura de Pascal como padre de las computadoras, constructor de calculadoras mecánicas, y quien abandonara las matemáticas para dedicarse a la filosofía y a la teología, parece ajustarse adecuadamente al perfil deseado. De todos modos no son pocos los que intuyen en la elección del miércoles un mero capricho.

El urbandictionary , un diccionario de slang de lengua inglesa, dice sobre el término Pascal Day: “quedarse todo el día en el cuarto sin nada que hacer excepto lavar la ropa y hacer delivery de comida.” Esta breve definición no es suficiente para comprender cabalmente las razones del eremita contemporáneo. Esa explicación parece ajustarse a un solaz dominguero; sin embargo, la información más actual sobre el tema testimonia un compromiso con la acción mucho más complejo.

También hay quienes aprovechan para encauzar cierta visión política cercana al ecologismo: “Así como hay enfermedades sociales, también hay remedios sociales, los miércoles le hago muy bien al tráfico de mi ciudad [San Pablo], lo mismo le hago a mi cabeza.” “La revolución camboyana empezó en los bares de París; un día sin escuchar una bocina, sin ensuciar la ciudad puede hacer una gran diferencia, y además está bueno”, se puede leer en algún foro firmado por seudónimos inverosímiles que lejos están de aportar información a lo dicho.

Pero ese tipo de compromiso no es una constante entre los feligreses. Están aquellos para quienes su prioridad es, por ejemplo, ordenar los favoritos y el especiero, o leer y comer comidas con ajo.

Sin duda el mayor problema con que se enfrenta el practicante es ¿cómo hacer para no ir a trabajar en esta especie de sabbat laico? Está claro que las empresas no contemplan este tipo de prácticas, y que si bien cada vez es mayor el número de personas que trabaja desde sus casas, todavía no estamos hablando de una cantidad significativa. Por lo que la mayoría de las críticas apuntan a esta disponibilidad temporal, acusando a los sujetos en cuestión de privilegiados laborales, aunque esto se suele expresar con variantes algo más agresivas.

Sin necesidad de inclinarse por las críticas o por las declaraciones fervorosas, es claro que se trata de un fenómeno burgués que está relacionado con el teletrabajo –y en menor medida con el cuentapropismo– y otro de los inconvenientes, sobre todo para los más ortodoxos, reside en quienes han decidido vivir en pareja. Aunque en esos casos, hay técnicas específicas que hacen que el otro –natural y mutuamente– se cosifique, y de esa manera las emanaciones propias del humano se atenúan en grados elevados para así permanecer junto a alguien como si esa persona no fuera parte de la humanidad.

Estas técnicas, además de no lucir efectivas, no contemplan las familias numerosas donde el acuerdo de cosificación no es fácil de llevar a cabo. También están los privilegiados cuyos bienes raíces permiten la instantánea división de condominio de manera de que ese día se repartan los cuartos de una misma propiedad.

Otro pequeño malentendido es el que asocia a esta práctica con la exclusividad de actividades artísticas. El Pascal Day es un día de actividad, y eso no necesariamente quiere decir que sólo sea para pintar la Capilla Sixtina. Casi todos tenemos mails a los que les debemos cierta atención, actividades que organizan nuestro cerebro para acometer la vida con mayor fortaleza, y leer no es algo que sólo hacen los intelectuales.

Si bien puede resultar algo evidente, hay que remarcar el tufillo nerd que se destila en esta conducta, o más bien, una tendencia a abrazar cierta torsión en el modo de interpretar la realidad. Como si el aislamiento fuera garantía de excentricidad: aspecto del que no se privó a Bustos Domecq o al último detective de la televisión canadiense –un ajedrecista ruso que debido a cierto trauma no puede salir de un hotel de la ciudad de Vancouver y desde ahí procede a resolver sendos crímenes.

A diferencia de un agorafóbico que se aterra e inmoviliza frente a la presión del mundo externo, un partidario del Pascal Day siente esa presión, y decide que es bueno sentirla y ver cómo es vivir un día sin ella. Es claro que no se trata de una fobia ni de la versión occidental de un hikikomori , en los que la calvicie toma la forma de tonsura.

De todos modos uno de los testimonios más conmovedores de esta especie de ayuno de sociedad sea el de Arispe Quispe de Cochabamba, Bolivia: “Amigos míos, por favor entiéndame, no me inviten a beber los miércoles, no puedo explicarlo pero soy feliz de esa manera, muy feliz.” Lo que bien podría indicar que ha llegado el tiempo de separar los efectos de las causas o cualquier otra cosa.


Recomiendo hacerlo cualquier dia mola mucho

/www.revistaenie.clarin.com



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