En el segundo día del segundo mes del año de 1882, en un país encantado lleno de praderas verdes, verdadera cuna de los duendes, las hadas y los elfos, nació un escritor que habría de ser llamado " el mejor compositor de palabras en su lengua natal" durante todo el siglo posterior a su nacimiento y también más de cien años después.
Dicen que algo en su manera de componer tenía secreto e intención. Y que un día dijo:"He puesto muchos laberintos y enigmas que mantendrán ocupados durantes siglos a los profesores discutiendo sobre lo que yo quería decir. Es la única manera de lograr la inmortalidad".
Las leyendas antiguas que pudieron haber sido su inspiración porque encadenaban mundos dentro de otros, planos de muchas realidades, luchas entre el bien y el mal y creencias de un mundo donde todos los seres eran hijos de la Luz o de la Niebla. Una carta mitológica celta llena de dioses y semidioses, que transitando por colinas, montículos y lagos, acabaron viviendo con sus descendientes, las hadas y pudieron haber sido perfectos para toda su literatura.
Sin embargo James Joyce, aquel genial ordenador de palabras nacido en Irlanda, hoy un ser mitológico también, no quiso pensar en ello y basó su obra más importante en una leyenda clásica y fundacional de los tiempos donde los marineros todavía sucumbían al canto de las sirenas y los dioses vivían en el Olimpo.
Ulises, su más alta creación, fue una novela que transformó al mundo de la literatura cuya idea principal se basó en La Odisea de Homero. La obra abarca un periodo de 24 horas en las vidas de Leopold Bloom, un judío irlandés, y de Stephen Dedalus, un joven que simboliza a Telémaco, el vástago de Odiseo. El clímax se produce al encontrarse ambos personajes porque finalmente el tema principal es la búsqueda simbólica de un hijo por parte de Bloom y la conciencia emergente de Dedalus que ansía dedicarse a la escritura.
Si le parece fácil no lo es.- Quizá, de pronto, es hasta más difícil que entender el circulo mítico de Partholan el primer ser divino en llegar a Irlanda y el curioso devenir de seres de vientos que bajo el mando de los dos reyes Morc y Conan acabaron con la tierra conocida.
Es complicado. Porque Joyce inventó técnicas que nunca antes se habían usado y fue el primero en escribir desde la mente misma de sus caracteres. Es decir, el lector, instalado en el interior del propio personaje, sólo conoce la acción por lo que brota incontroladamente del pensamiento y de las impresiones del protagonista, de sus estados de ánimo, de sus asociaciones de ideas.
Pero confíe. Siempre se puede ser valiente como el rey irlandés Ulrich. Piense que todo fuera como eso y, para leer al Ulises, atienda las siguientes recomendaciones: relea La Odisea de Homero, repase la Biblia. Hágase de algunas nociones de griego, latín y si puede también de inglés y de gaélico. Respire hondo y sobre todo ármese de paciencia. Roma no se hizo en un día y Joyce tampoco.
Sepa que para llegar apenas al principio del meollo del asunto necesitará leer... al menos 300 páginas. Y después se dará cuenta que le faltan muchas más. Ya con decisión de irlandés hágalo ya, tome en cuenta que es más difícil encontrara un trébol de cuatro hojas y que, como bien dijo Joyce, este escritor del mundo de las hadas, las acciones de los hombres son las mejores intérpretes de sus pensamientos.
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martes, 8 de febrero de 2011
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