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jueves, 26 de enero de 2012

La leyenda de las siete máscaras

Aunque se trata de una reseña de un libro he decidio incluirla en este apartado ya que también voy a hablar un poco del autor y de su página, con lo cual tampoco quedaría bien clasificada en la categoría de “páginas que molan” más bien por torpeza del que ahora escribe al no haber creado la categoría “reseñas de obras en páginas que molan” y no por demérito del creador, que de eso no hay nada.


El autor de la obra tiene el nombre artístico de Anatole Baptiste, es licenciado en Bellas Artes, especializado en escultura, dibujo, historia del arte y teología, además de disfrutar con la literatura, especialmente la decimonónica. Su página es la siguiente: http://anatolebaptiste.blogspot.com/

Aquí os dejo la reseña:

Distinguimos tres planos en los que se desarrolla la acción: el de la leyenda, el considerado real por nosotros, y el de los sueños. De los tres es el segundo el menos relevante, ya que sobre él recaen las consecuencias de los otros dos, así los males que afligen al mundo son una consecuencia de los descuidos divinos, al igual que las marcas de los elegidos tienen su origen en la narración legendaria; las muertes o el malestar de algunas personas son producidas por las confrontaciones originadas en el mundo de los sueños. Durante la obra, se tiende a separar estos mundos y a alternar entre ellos, pero no se mezclan. De modo que en la primera parte se intercalan la leyenda con las escenas familiares y más adelante el mundo real y el de los sueños. En la última parte convergen los tres planos al formar parte de la leyenda la lucha en el mundo de los sueños entre Moor y los semidioses, con las posteriores consecuencias.

El transcurso de la narración nos lleva a pensar que la historia va a seguir un camino, pero luego da giros inesperados. En las primeras páginas podemos llegar a pensar que se trata simplemente de una historia contada por un padre a su hijo; cuando todo parece instalado en la narración de la vida cotidiana de un pueblo africano surge otro imprevisto, y es que Moor, el dios destructor de la leyenda, está haciéndose fuerte en el mundo de los sueños. El que en un principio parece ser el protagonista, Daikuku, tiene que acceder a esta dimensión y buscar al Hombre Elefante, que le guiará en la búsqueda de los demás elegidos. En este mundo conoce a Geneviève, otra elegida, junto con la que tendrá que viajar a otro dominio de este mundo para buscar a otro y volver con él al punto de partida. Así se desarrolla esta parte; cada elegido está custodiado por un ser que someterá a una prueba a sus buscadores. Ese periplo por el mundo de los sueños se alterna con el despertar en el mundo real. A medida que aumenta el número de elegidos el protagonismo se va repartiendo entre ellos y se muestra que el camino que les queda por recorrer va complicándose progresivamente, lo cual aumentarlas dudas acerca de la misión que tienen que cumplir para que exista una posibilidad de salvación para la humanidad. En la batalla final todos esperamos que Moor sea vencido y a pesar de que todo va mal desde el principio siempre mantenemos la esperanza de que termine siendo derrotado. El último giro es netamente unamuniano o del mismo Torrente Ballester.

El autor muestra una gran habilidad para cambiar de registro cuando la situación lo requiere; por ejemplo cuando Namku cuenta la leyenda a su hijo se percibe mucha ternura. Durante el viaje por el mundo de los sueños se producen momentos para la relajación, para fortalecer la amistad o para dejar que las dudas y el miedo o la desesperación consuman a los protagonistas. Finalmente el dramatismo de la segunda batalla en la que poco a poco van cayendo los custodios y los elegidos se palpa a la vez que nos produce el ansia de que se produzca un cambio en la situación.

Otro proceso interesante que aquí se produce es el de la humanización de los dioses y la divinización de los humanos. Los primeros tienen poder creador pero no son omniscientes, prueba de esto es que desconocían la presencia de un hermano al igual dicha ausencia era la causante de la maldad entre los humanos. Por otra parte los hombres adquieren naturaleza divina con las máscaras talladas y las cualidades especiales de los descendientes de aquellos primeros elegidos, o el poder de los hechiceros para contactar con los espíritus les sitúa por encima del resto de los mortales.

En esta obra aparecen infinidad de temas, o al menos van surgiendo a medida que se desarrolla la narración. El primero que salta a la vista es el de la lucha entre la ciencia y la leyenda, supuestamente superada en tiempos de los griegos con el paso del mito al logos. La creación del mundo tiene aquí unos orígenes legendarios, de hecho fue olvidada por muchos y mantenida por algunos pueblos considerados primitivos, los cuales a su vez tratan el tema de esa misma manera; como una leyenda que se transmite de padres a hijos mientras buscan en lo poco que saben de la ciencia una alternativa más provechosa a su modo de vida. Sin embargo existen hombres que a pesar de tener una buena formación científica necesitan creer en algo más espiritual que los aferre a la tierra en la que viven.

Otro tema, y de capital importancia, es el de la situación de los elegidos en el mundo real. Todos ellos son personas con algún impedimento –disléxicos, paralíticos, enfermos de Alzheimer, epilépticos…- para realizar una vida igual que los demás, y sin embargo son elegidos de los dioses. La clave se la dan los espíritus a Daikuku: son puros de corazón, que no tienen ambiciones materiales. Podemos establecer una conexión con el mundo moderno y añadir lo siguiente; tienen que vivir en una sociedad que se mueve muy rápido, que no se detiene a cuidar de quien lo necesita y ellos consiguen salir adelante, por tanto son héroes. Unido a esto se encuentran las muchas enseñanzas que nos transmite, como el valor de la amistad, la solidaridad, todo ello por encima de las fronteras y los intereses personales, el cumplir con las obligaciones a pesar de las dificultades, lo que hace madurar, la posibilidad de recapacitar y salirnos del mal camino para evitar que el odio nos ciegue. Es en este último punto donde discrepo un poco con el autor, ya que aunque a lo largo del relato es lo que se transmite, creo que hay que enmarcarlo en el contexto en el que se produce: un descuido divino es el desencadenante de toda esta reacción, el olvidar al hermano pequeño y dejar que su odio aumente; la marcha de los dioses y su cesión de la responsabilidad a los humanos quiere decir que no dependemos de nosotros mismo sino de la voluntad cambiante de unos dioses o en su defecto de circunstancias externas que no podemos controlar.

En definitiva, La leyenda de las siete máscaras es un relato muy completo en el que la habilidad de la narración consigue que pasemos por diferentes estados de ánimo, que a través de la fantasía nos permite reflexionar sobre nuestro mundo y nos enseña a valorar que lo más importante no necesariamente ha de ser material, que lo que nos hace humanos es algo que va más allá.

http://molanlasletras.wordpress.com/



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