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martes, 26 de abril de 2011

El duende se apareció en Guadalupe Huila Alberto Renza

Transcurrieron muchos años para que se volviera a hablar de duendes y de fantasmas que jugaban o asustaban a la gente, como en antaño.

La historia de un duende se repite en un pueblo donde sus gentes son amantes del trabajo, el estudio y las sanas costumbres, como Guadalupe en el centro del departamento del Huila.

El duende, para unos, amigable, juguetón, travieso, y para otros, el terror, la maldad, y hasta la tragedia, hizo su aparición en un sector periférico de este municipio, en el barrio Villas del Prado, sector Procasita, cuando una noche, empezó a lanzar piedras sobre los techos de las viviendas, que se convirtieron en azote para los escasos habitantes del lugar.



Rondas de vigilancia

La Policía fue informada del acontecimiento y empezó las rondas de vigilancia, afirmando que se trataba de niños y jóvenes, al parecer viciosos que se reunían en el lugar para hacer sus picardías.

A la cuarta noche de estar vigilando el lugar, empezaron a lanzarles piedras desde los árboles y los primeros sorprendidos fueron los policías que veían como caían estos elementos a sus pies y no atinaban a saber quien lo hacía.

A partir de ahí surgió el comentario entre la comunidad que se trataba de un duende que quería divertirse con la gente.

Mientas unos sostenían que era el duende, otros sugerían que eran intrusos que querían pasarse vivos, pero que con paciencia los iban a descubrir.

Así transcurrieron varias noches, hasta cuando uno de los agentes del orden al parecer observó una figura que lo dejó estupefacto, casi sin respiración y regresó para contar que, “efectivamente era el duende que ya no podía hacer nada por la comunidad, que eso de trataba de un espíritu que solo lo correrían con algún exorcismo”.

Con el sacerdote

La comunidad acudió al cura párroco para que hiciera una visita al lugar y procediera a desterrar, lo que consideraban un espíritu maligno.

El sacerdote en su sabiduría, que se trababa de fantasías de la gente, que eran creencias infundadas. Sin embargo, recomendó retirar un vehículo viejo que se encontraba en el lugar, en el cual, afirmaba la gente, observaban movimientos extraños. El religioso celebró una misa y pidió a la comunidad no asustarse.

Una testigo

Yesica, un ama de casa del lugar, aceptó hablar y contar la historia de lo vivido durante cerca de un mes.

“Una noche nos empezaron a tirar piedras y no nos dejaban dormir. Nosotros pensamos que eran niños que molestaban por ahí, pero una noche, era lunes, empezaron a tirar piedras durísimo contra los techos, especialmente contra la casa de la esquina, y eran las dos de la madrugada y en ese trajín, hasta que llamamos a la Policía, vinieron y no vieron nada, pero estando ellos aquí, lanzaban las piedras. Eso era terrible”.

“Personalmente no vi al duende, pero la gente decía que él era, sí miré las piedras que caían, y la gente empezó a asustarse. Un día un policía se fue con unos muchachos allá a la cañada y salió de allá descolorido, y dijo que había visto un bulto blanco, que acudiéramos al padre porque eso no eran cosas de este mundo”.

Ayuda de un chaman

Como Yesica, otras vecinas señalan que la gente le dio crédito a la presencia de un duende en el lugar, y entonces trajeron a un chamán que, fumando un enorme tabaco y azotando los árboles con ramas y haciendo riegos y sahumerios, invocaba palabras incomprensibles, con las que decía, ahuyentaría al gnomo.
Un niño, Sebastián, tiene 11 años de edad, dijo haber visto al duende jugando entra las ramas del árbol de donde siempre lanzaba las piedras.

“Apenas le miré la camisa, era verde, los pantalones y las botas en de color café, la cara no la miré porque estaba tapado ahí con esas hojas. Era pequeño, así como este niño, - y señala a un compañero de juegos que tiene una estatura aproximada de 90 centímetros-, pero de un momento a otro se perdió, no lo vi más”, afirma.

Comunidad asustada

Una joven estudiante del Colegio María Auxiliadora de Guadalupe, Tania Gómez Calderón, admite hablar sobre el tema y señala:

“Aquí la gente está consternada con ese cuento, la gente sube a verificar, unos dicen que miran las piedras que les lanza, otros no observan nada, la policía también estuvo allá. Lo cierto es que la gente está asustada con la historia del duende en este pueblo. Yo en lo personal, sí creo que el duende existe, porque a un primito mío se lo llevó el duende y por ende quedó tartajoso, no habla bien desde entonces, es lo que me contaron en mi casa. El vive en una vereda de Pitalito y no se ha recuperado”.

www.diariodelhuila.com/



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