Quienes nos hemos interesado alguna vez sobre la leyenda de Merlín seguramente estaremos enterados –según las narraciones sobre este personaje- que éste mago fue el producto de la relación entre una novicia y un íncubo, pero para muchos este último término no está muy bien definido.
Un íncubo es un demonio masculino que frecuentemente busca experiencias de tipo sexual con sus víctimas femeninas, a quienes posee en pleno sueño sin que éstas puedan hacer algo al respecto.
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En su versión contraria, los demonios que se relacionan con los hombres reciben el nombre de súcubos.
Además, mientras consuman el acto sexual, los íncubos absorben la energía vital de sus víctimas hasta el punto de dejarlas casi sin ella, la cual le sirve para alimentarse y convertirse cada vez en un ser más poderoso y de esta manera continuar con su macabro plan.
Aquellas mujeres que resultan embarazadas de un íncubo engendran niños anormales y deformes, pero en casos excepcionales los vástagos nacen con habilidades especiales como las del antes mencionado mago.
Esta forma de posesión dentro del cuerpo de las mujeres hace imposible que ellas se puedan resistir a su agresor, ya que todo ello ocurre por lo general en momentos en que la víctima se encuentra dormida, aduciendo en muchos casos de que tan sólo se había tratado de una pesadilla.
La leyenda o mito del íncubo se halla presente en distintas culturas y latitudes, en la cuales recibe diferentes nombres como Popo Bawa en Tanzania, Liderc en Hungría, Kurupí en Paraguay, Trauco en Chile y Mara en el mundo escandinavo.
Lo cierto es que ni siquiera con el exorcismo se puede detener el accionar del íncubo, ya que ellos se amparan en los impenetrables espacios de los sueños y su maldad lamentablemente puede esparcirse por cuanto escenario deseen.
Fuente: El Diario de Medianoche
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martes, 6 de abril de 2010
La maldición del Íncubo
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