Si analizamos las diversas culturas que han existido hasta nuestros días, podremos darnos cuenta que en casi todas ellas se encuentran señales de las advertencias que hacían los dioses al hombre para que se mantuviera dentro de una línea de comportamiento que en aquel entonces -y por qué no decirlo, incluso ahora- estaba destruyendo los preceptos básicos de la vida en todo sentido.
Al parecer, siempre ha existido esa tendencia del ser humano para destruir todo aquello que la naturaleza nos ha brindado y todo lo que con mucho esfuerzo el mismo hombre ha podido construir. Esto incluye los valores con los que, supuestamente, debe aprender a vivir en armonía con sus semejantes.
Una gran muestra de estos hechos la apreciamos en la Biblia y en el castigo divino del Gran Diluvio que llevó a que se destruyera todo lo que existía en el mundo que lamentablemente el hombre no había sabido valorar y que solamente se salvaran quienes viajaron en el Arca de Noé.
Pues, esto mismo lo podemos encontrar en la historia inca, en quienes rendían culto al creador del mundo y de todas las cosas en él llamado Wiracocha.
Luego de haber creado al hombre a su semejanza, Wiracocha ordenó a todos ellos que vivieran sin pelear y sirviendo a quien les había otorgado el don divino de la vida.
Según las leyendas incas, los hombres escucharon la orden de su dios creador y durante algún tiempo se desarrollaron como una gran sociedad, consiguiendo un alto grado de civilidad entre ellos.
Lamentablemente, y como se ha demostrado que ocurre en todas las culturas, la ambición, codicia y el orgullo de los hombres, al parecer puede más que ellos; y es así que, poco a poco, el hombre fue haciendo su propia voluntad desoyendo las órdenes de Wiracocha, quien los maldijo por ello.
Su enojo lo llevó a enviarle al hombre un gran diluvio al que llamó Unu Pachacuyi – ‘agua que se vuelca a la tierra’ -, que, luego de llover aproximadamente por sesenta días, borró el rastro de todos los infieles e indignos, dejando como monumento que les hiciera recordar el hecho los edificios de Puca Pucará en el Cuzco.
Muy pocos se salvaron de este diluvio, pero fueron quienes se convirtieron en los forjadores de la gran nación Inca que todos conocimos.
Fuente: DiscoverCusco.
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martes, 6 de abril de 2010
El diluvio Inca
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