Había una vez una estrella pequeña, alegre, juguetona e inquieta pero que a su vez era desobediente, pues muchas veces no hacía caso de las indicaciones que le daba sus papás.
Existía una advertencia que era sabida por todas las estrellas pequeñas: no salir de casa a pasear por el firmamento sin estar acompañados por una estrella mayor, para ser guiados en medio de la vía láctea.
La estrella pequeña que muy bien sabía de ello, le daba mucha curiosidad por hacer sola un viaje por el firmamento, que le permitiera ir mucho más allá de lo impensable: ¿Cómo será darse una vuelta de un planeta a otro? ¿Qué será de Júpiter? ¿Podré girar en los satélites de Saturno? ¿Podré visitar la Tierra?
Con tantas y más preguntas emprendió un largo viaje interplanetario, salió de casa, sin que sus padres se dieran cuenta, enrumbó volando velozmente, disfrutando con muchas vueltas por miles y miles de estrellitas que dormitaban en media noche.
- ¡ Ahhh, esto si que es vida! Volar sin control, sin que nadie me reclame, ¡es lo máximo! –se decía así la estrellita que quería sentirse como la estrella más grande.
Así es, como volando muchas horas pudo ver de cerca a casi todos los planetas, solo le faltaba el planeta tierra, que al encontrarlo muy emocionada se fue enseguida a toda viada, tan pero tan rápido que perdió el control, chocando contra un gran asteroide cayó precipitosamente contra un nubarrón gigantesco, dando brincos sin parar , toda magullada y mareada.
El Sr. nubarrón al verla en problemas quiso con sus copos darle cobijo, pero la estrellita no podía, seguía volando, sin cesar y sin parar.
- Oh quisiera detenerme, desearía volver a casa, auxilio, ayúdenme a regresar- se decía asustada llorando. Gritaba con todas sus fuerzas, pero nadie llegaba en su ayuda. Solo el hada de las estrellas, que al verla en peligro se acercó hacia ella para detener lentamente la excesiva velocidad en la que iba y le dijo:
- Estrellita pequeña ¿Por qué huyes de casa desobedeciendo a tus padres? ¡Ahora ya no podrás volver!
- Hada de las estrellas, por favor, se lo suplico, quiero volver con ellos y prometo ser obediente y no hacerlos enojar.
- Estrellita pequeña es demasiado tarde, ya nada puedo hacer por ti, desde el momento que decidiste emprender este largo viaje has buscado tu propio fin, pero no tengas miedo, porque yo te acompañaré a la mansión donde está el Gran Rey de la estrellas, es allí donde morarás a partir de ahora.
- No me dejes ir Hada de las estrellas, sin despedirme de mis padres y decirles que los amo – dijo tristemente estrellita pequeña.
- Es mi último deseo –dijo casi sollozando.
- No estrellita, solo podrás aparecer por un breve instante, casi fugaz, serás vista por toda la vía láctea y por todos los habitantes del planeta tierra, esa será tu despedida.
Fue así, que estrellita alistó sus pocas energías y por un breve instante apareció más hermosa que nunca , fue contemplada por la vía láctea y por cada ser humano que mirase al cielo:
Por última vez, la más pequeña de las estrellas nuevamente se sintió la más grande de todas contemplando el infinito espacio y con su luz acarició a sus padres con amor, pidiéndoles perdón por haber actuado incorrectamente y a los seres humanos les estrechó una alta dosis de buena suerte a quien la mirase.
Luego se partió en mil pedacitos, desapareciendo por completo en medio del firmamento. Y en medio de la nada, el Gran Rey de las estrellas recogió un rayito de luz que siempre brilla en un nuevo hogar.
Fue así que ocurrió, y es así como sigue ocurriendo, cada vez que tu vez una estrella pequeña, traviesa y fugaz en el cielo es porque ella ha viajado a su destino final y en ese esfuerzo por despedirse descarga su última energía y deseo por ser vista por la vía láctea y por los seres que habitan en la tierra. Si tienes oportunidad de verla contémplala y únete a ella con un gran y buen deseo, que de seguro se cumplirá.
Fin
Escritora de cuentos infantiles de Perú. Cuentos sobre estrellas y hadas.
/www.encuentos.com/
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viernes, 20 de mayo de 2011
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