La sabiduría hace referencia a los conocimientos que ya se tienen, a las premisas que un aparato lógico como nuestro cerebro utiliza para sacar conclusiones. En cambio, la inteligencia es la capacidad de comprender o de adquirir nuevo conocimiento de una situación. Para adquirir conocimiento e incrementar la sabiduría no necesariamente se ha tenido que aplicar la inteligencia. Podemos leer un postulado, comprender el camino lógico que lleva hasta ahí y asimilar ese conocimiento como certero. La persona inteligente es la que lo descubrió sin ayuda. Por ejemplo, yo entiendo en alguna medida la teoría de la relatividad, pero no tengo la inteligencia para deducirla como hizo Einstein.
Ante la disyuntiva del titular es difícil para mí escoger que es lo que tiene más valor.
Socialmente se da más valor a la inteligencia. Eso lo aprendí de muy pequeño, estando en el colegio. No recuerdo la edad exacta, pero con menos de 9 años. Un día el profesor puso la siguiente frase en la pizarra: “dábale arroz a la zorra el abad“; diciéndonos a los alumnos que si alguno sabía que tenía de especial esa frase, se levantase y fuese a decírselo al oído. Yo me percaté en ese momento de la cualidad de palíndromo de la oración aplicando mi inteligencia. Así fui a decírselo al profesor junto a otros dos alumnos más. El profesor nos felicitó por haber acertado todos y resolvió el misterio para el resto de la clase, pero luego vino el momento interesante: nos preguntó a los tres alumnos si ya lo sabíamos o si lo habíamos deducido al momento de ver la frase.
Yo contesté primero, mintiendo, diciendo que ya lo sabía de antes, confiado en que la sabiduría era mucho más valiosa que la inteligencia, en cambio, los otros dos contestaron lo contrario. Para mi sorpresa, el profesor engrandeció el logro de mis dos compañeros despreciando mi supuesta sabiduría declarada. Desde ese día, tengo la mala costumbre de hacer ver, en los hechos que así lo permiten, que resolví el problema con mi inteligencia no con mi sabiduría, aunque no fuese el caso.
Ahora veo que es ultracomplicado conseguir un alto grado de sabiduría, que alguno no nació con el don de la inteligencia, pero a base de constancia y buen trabajo puede dar lecciones a más de un inteligente. Y creo que esto se debe valorar, hasta incluso más, que la propia inteligencia.
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martes, 7 de junio de 2011
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