Tras lo acontecido en el pueblo, el miedo a la brujería se extendió por la zona.
En las cuevas se celebraban supuestamente los aquelarres.
El Museo hace una aproximación a la brujería desde diferentes puntos de vista.
Cueva de Zugarramurdi
A escasos 80 kilómetros al norte de Pamplona, se emplaza Zugarramurdi, un idílico pueblo navarro de apenas 250 habitantes situado en el desnivel de una ladera y cuya aparente tranquilidad esconde un pasado que evoca tiempos de magia y de brujas.
Poco hace pensar al viajero al llegar a Zugarramurdi que en tan privilegiado entorno natural, donde las vacas parecen pastar ajenas a las leyendas y a la imaginería popular, pueda retrocederse al pasado para rememorar aquellas escenas y aquellos personajes que protagonizaron tan dramático episodio de la historia de la región.
Junto a Urdazubi-Urdax, Sara y Ainhoa, conforma la comarca transfronteriza de Xareta, una zona montañosa, donde descansar y disfrutar de sus numerosos espacios patrimoniales, espectaculares cuevas, pintorescas casas y villas, parques arqueológicos y de animales, de la gastronomía local, las fiestas populares y del deporte.
Una simple visita a la cueva de Zugarramurdi permite comprender la estrecha vinculación que mantuvieron los antiguos habitantes con la Madre naturaleza (“amalurra”), pilar esencial de las creencias ancestrales vascas.
Cueva de Zugarramurdi
Tomando el viejo camino a Sara, al oeste del casco de Zugarramurdi, a unos cuatrocientos metros, se encuentran las Cuevas de las Brujas, un complejo cárstico impresionante. Sin embargo, aquél que llegue a esta cueva esperando encontrar pinturas rupestres y espectaculares formaciones de estalagmitas y estalactitas quedará sorprendido porque su atractivo poco tiene que ver con estas maravillas de la naturaleza.
Su interés viene dado por el hecho de que hasta el siglo XVII dio cobijo supuestamente a los “akelarres”, reuniones paganas en las que hombres y mujeres (considerados brujos y brujas) celebraban festines desenfrenados, danzas alrededor de una hoguera y orgías a la luz de la luna, para escapar así de la cotidianeidad.
El arroyo Olabidea, que se dice nace en el infierno según su denominación en euskera “Infernuko erreka”, ha excavado un túnel natural que alcanza los 120 metros de largo y doce metros de alto en algunas zonas, además de dos galerías elevadas.
Cuando uno desciende por las escaleras que llevan hasta la cavidad principal, en cuya parte superior se encuentran las galerías de "Sorgin Leze", es fácil dejarse llevar por la atmósfera e imaginar los aquelarres que ahí se celebraban. Leyendas, rituales, banquetes presididos por el diablo llenan un paseo por la gruta conocida con el nombre de "Sorgin Leze" (cueva de las brujas) en el extremo más abierto del túnel, y de "Akelarre Leze" (cueva del Aquelarre), en la parte más estrecha.
La historia nos traslada hasta 1610, cuando la Inquisición decidió castigar sin piedad a los habitantes de Zugarramurdi. Acusados de brujería, la Inquisición procesó en Logroño a una treintena de vecinos de la zona, la gran mayoría mujeres. El 7 y 8 de noviembre de ese año, se dictó sentencia. Once fueron condenados a morir en la hoguera (cinco de ellos en efigie, ya que habían muerto en la cárcel, víctimas de las torturas a las que fueron sometidos).
Esta cueva está unida con las de Urdazubi-Urdax y las de Sara a través de un sendero de poca dificultad de algo más de seis kilómetros y medio, señalizado con un caballo azul.
Un museo, un puente entre el pasado y el presente
La vida en Zugarramurdi cambió cuando algunos de sus residentes fueron enjuiciados por practicar la brujería. Poco se sabe de los motivos que llevaron a los habitantes a pensar que sus vecinos adoraban al diablo (la envidia, las diferencias culturales, políticas, religiosas), pero desde entonces las leyendas recorren sus calles y se transmiten a todo aquél que llega deseoso de conocer hasta el último detalle de esta historia. El Museo de las Brujas se convierte en nexo de unión para en el presente conocer el pasado de esta localidad pero también, cómo en el mundo actual se acostumbra a iniciar “cazas de brujas” injustificadas.
Inaugurado en julio de 2007, está ubicado en una casona que fue un hospital a finales del siglo XVIII. Utilizando la tecnología más avanzada (escenografías, pantallas táctiles, audiovisuales) y un enfoque contemporáneo, además de presentar de manera rigurosa la verdadera cara de las brujas, en el contexto de la mitología, costumbres y ritos vascos, busca cambiar la visión que tradicionalmente se tiene en torno a la brujería.
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miércoles, 1 de junio de 2011
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