Las apariciones de pequeñas entidades que hacen de las suyas parecen no estar restringidas a las historias y relatos que se escuchan en el norte del país. En Ituzaingó, en el oeste del conurbano bonaerense, un grupo de albañiles y vecinos fue atemorizado por un duende que arroja piedras.
La primera denuncia que recibió la Asociación Civil de Estudios Paranormales y Ciencias Alternativas (ACEPCA) hacía referencia a "cosas extrañas" que sucedían en una obra en construcción en una antigua casona luego de la muerte de su propietaria. Se trataba de los comunes hechos anormales: elementos que se movían solos, sombras que aparecían sin explicación, comportamientos raros del perro de la casa y ruidos sin origen reconocido.
Pero uno de los hechos colmó la paciencia de los albañiles que trabajaban en el lugar y decidieron abandonar la obra. Es que los hombres eran recibidos a pedradas por alguien a quien no lograban ver.
En una casa lindera, los integrantes de la ACEPCA se encontraron con la aparición de una mujer mayor que llevaba años fallecida y que, según publicó el diario Crónica, era la madre del propietario del lugar y había sido espiritista.
Pero ese no era el origen de las piedras. Por la noche y gracias a una cámara infrarroja lograron divisar un pequeño ser, una suerte de duende que los observaba. Desde la organización indicaron que se trataba de un duende de un metro de alto, con brazos largos y que sería el autor de las pedradas.
"Lo que nos contaba la familia, la actividad que presenciaban, toda coincidía con la entidad que fotografiamos. Los elementales, o duendes, son muy juguetones. No hacen maldades, sino gracias. La familia veía sombras pequeñas. Les prendían la tele, les cambian las llaves de lugar, escuchaban murmullos. Logramos filmar además una sombra, un cambio de reflejos y grabamos los murmullos. No se entiende lo que dicen, es bullicio, pero lo grabamos", afirmó Ariel López, presidente de ACEPCA, en declaraciones al portal 24CON.
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