Hermosa leyenda todavía se escucha en Brasil. A mediados del Siglo XVII llegó a esas tierras sudamericanas un acaudalado portugués, quien se hizo de una hermosa hacienda, con grandes extensiones y muchos esclavos a su servicio, entre ellos había una esclava negra que llamó la atención del señor feudal, quien se enamoró perdidamente de ella y vivieron un tórrido romance del que nació una niña, quien desde el principio sufrió el desprecio de la sociedad.
En esos días llega al pueblo un apuesto joven portugués, quien se enamora de la hermosa mulata e inician un romance el cual parecía ir por buen camino y hasta la boda se había anunciado. El hacendado pierde la vida en un asalto y el joven portugués desaparece misteriosamente. Se corrieron rumores que él había mandado asesinar a su futuro suegro para robarle. Nunca más volvieron a tenerse noticias suyas. Grande fue el sufrimiento de las dos mujeres, una por haber perdido al esposo y la otra al padre. Intentan seguir con el negocio heredado, pero las cosas cada día se les ponían difíciles. Por el racismo, las puertas se les fueron cerrando y la fortuna escaseando. Con horror, la mulata descubre que estaba embarazada. Nace una hermosa niña, de tez apiñonada, cabellos rubios y enormes ojos verdes, a la que le ponen el nombre de Beilha (bella). Su infancia fue muy dura por sufrir el desprecio de la sociedad. Al cumplir los 16 años, su belleza era inigualable. Su cuerpo había adquirido formas que despertaba los instintos de los varones, sin importar condición social y edad. Mientras que las mujeres no paraban en disparar veneno por la envidia que despertaba esa inigualable belleza. Su madre decide enviarla a vivir a un lugar lejano, donde nadie conociera su pasado y Beilha, en su nuevo hogar ingresa a una escuela, donde aprende cultura y brilla tanto por su belleza como por su talento. Un acaudalado benefactor de esa escuela, maduro y viudo, al conocerla de inmediato se enamora de ella y con el tiempo se casan. Las personas de la sociedad estaban deslumbradas por esa belleza de gran talento y además poseedora de una gran cultura. Su esposo fallece dejando a donha Beilha convertida en la viuda más rica de todo Brasil. De inmediato compra la hacienda que su madre, aquejada por las deudas había vendido y ahora laboraba como sirvienta. Su abuela ya había fallecido. Manda a restaurarla con gran derroche y se anuncia la llegada de la nueva patrona, sobre la cual se tejían historias como la mujer más hermosa y rica del país. Llegado el momento, donha Beilha arriba al pueblo vestida elegantemente y con un velo negro cubriéndole el rostro. La servidumbre la esperaba, formada con sus elegantes uniformes. La patrona pasa revisión y al llegar ante el ama de llaves, se levanta el velo y ante la admiración de todos la abraza y le dice: "Tú ya no eres el ama de llaves. Eres mi madre y desde este momento, vivirás aquí como tal". Al poco tiempo, todo el pueblo sabía quién era la nueva propietaria de la hacienda. Los comentarios de las mujeres no se hicieron esperar. Decían que se había ido del lugar para aprovechar su belleza y venderla al mejor postor, y así fue como se hizo de su gran fortuna. Su madre sufría por esos comentarios, pero Beilha le decía: "Déjalos madre. Ellos creen que se divierten hablando, pero no saben que yo soy quien se divierte escuchando sus historias de fantasía". Era la adoración de sus empleados por el trato que les daba y la excelente paga que ellos recibían. Nadie pensaba en traicionarla y cuidaban sus tierras y negocios que fructificaban día a día. Se convirtió en la benefactora del pueblo y ya nadie le negaba un saludo, sonrisa o ayuda de cualquier tipo. Los comentarios malsanos ahora cambiaban por los de admiración. En su hacienda se celebraban pomposas fiestas y más de uno, peleaba por pertenecer al círculo de donha Beilha. Hasta el alcalde del pueblo no tomaba una decisión sin antes consultarlo con ella. Esto hizo que se produjera una gran rivalidad con la esposa del edil, la cual no descansaba en escupir veneno hacia la benefactora del pueblo. En una celebración del cumpleaños de donha Beilha, llega un trabajador de la esposa del funcionario con un hermoso cofre, diciendo era el regalo de su patrona. Con toda naturalidad, la anfitriona lee ante todos la nota que le entregó el empleado y decía: "A una mujer como usted, sólo se le puede ofrecer un obsequio como éste, en el que una espléndida cubierta exterior, resguarda celosamente lo que lleva en su interior". Al abrirlo para ver su contenido, los presentes, incluyendo al alcalde, lanzan un grito de aberración. Era excremento, el cual pronto inundó con su olor el salón. Beilha no se inmutó. Llamó a un sirviente y le pidió que utilizara ese contenido como abono para su jardín, que cortara las flores más bellas, sin importar cuántas fueran y se las diera al lacayo de la esposa del alcalde con una nota que ante todos leyó una vez que la escribió y decía: "Le agradezco señora, tan espectacular obsequio. No podía esperar algo diferente de usted, ya que cada uno da lo que posee. Es para mí un placer retribuirle su gentileza". Moraleja: No esperemos nada bueno de gente que no perdona a que alguien sobresalga por méritos propios. Cada quien en su momento enseña el cobre que lleva dentro. La envidia es el mal del siglo porque enferma al alma y al no poder dañar físicamente al que considera su enemigo, se desvive en escupir veneno con su lengua de serpiente. Cada quien se conoce por sus acciones y tarde o temprano, la vida da a cada quien lo que merece.
Frank Barrios / Diario de Xalapa.
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domingo, 20 de noviembre de 2011
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