Vivía en Bagdad un comerciante llamado Zaguir. Hombre culto y juicioso, tenía un joven sirviente, Ahmed, a quien apreciaba mucho.
Un día, mientras Ahmed paseaba por el mercado de tenderete en tenderete, se encontró con la Muerte que le miraba con una mueca extraña. Asustado, echó a correr y no se detuvo hasta llegar a casa. Una vez allí le contó a su señor lo ocurrido y le pidió un caballo diciendo que se iría a Samarra, donde tenia unos parientes, para de ese modo escapar de la Muerte.
Zaguir no tuvo inconveniente en prestarle el caballo más veloz de su cuadra y se despidió diciéndole que si forzaba un poco la montura podría llegar a Samarra esa misma noche.
Cuando Ahmed se hubo marchado, Zaguir se dirigió al mercado y al poco rato encontró a la muerte paseando por los bazares.
- ¿Por qué has asustado a mi sirviente? - preguntó a la Muerte-. Tarde o temprano te lo vas a llevar, déjalo tranquilo mientras tanto.
- No era mi intención asustarlo - se excusó ella - pero no pude ocultar la sorpresa que me causó verlo aquí, pues esta noche tengo una cita con él en Samarra.
Lo importante es que vivas, que disfrutes plenamente el milagro de la vida… “Todo cuanto vivimos es digno de ser vivido” nos dice el Zen… y es así, vive cada momento plenamente… sin rencores, sin falsas ideas, sin juzgar a las personas o situaciones como buenas o malas; sabiendo que todo es aprendizaje… que todo es pasajero... y que por algún motivo incomprensible, todo es como debe ser.
Se consciente de que todo está conectado… que todo cuanto existe es sagrado… que somos Uno… y así, cuando el momento de dejar este plano llegue, será un momento de paz y armonía.
"Con toda la filosofía que aprendimos, deberíamos acoger la vida y la muerte con risas." Su Tung Po.
Siria Grandet- Consultora de Feng Shui Clásico y Astrología China (Ba Zi)
/armonizandotuvida.blogspot.com/
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domingo, 27 de noviembre de 2011
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