Existe una leyenda, que tomó cuerpo a partir de 1955, aunque en la época de la Guerra Civil ya se hablaba de ello, en la que se afirma que unos canteros descubrieron por azar unos enterramientos megalíticos, en el monte Murviedro, situado en las cercanías del Castillo, en los que se habían visto huesos gigantescos de unos seis o siete individuos, que alcanzaban más de cuatro metros de longitud y cuyos cráneos, prolongados y enormes, en nada se parecían a los normales.
Esta leyenda, difundida años después a través de internet, se apoya en la historia contada por aquellos picapedreros. «Allí salieron huesos y útiles prehistóricos, es cierto, pero también encontramos, en una detonación, un hueco en la pared que contenía un grupo de seres gigantescos, muy extraños y, desde luego, el secretismo con que se llevó a cabo la extracción y que no se diera noticia de ello, o que luego no estén expuestos con lo demás encontrado en esa cantera, nos hace sospechar que no interesa que la gente sepa qué o quienes eran esos gigantes que vivieron en Lorca hace milenios».
Estas son las palabras que se reproducen en un artículo titulado 'El misterioso caso de la canteras de los gigantes de Murviedro', y que se atribuyen a los hermanos Antonio y Francisco Sánchez, apodados 'Morotes'. Otros testigos visuales cuyos nombres se aportan fueron Antonio Fernández, Antonio El Lobo, Antonio Cajel y Pepe Calistro, que también eran trabajadores de la cantera.
Este lugar era conocido desde antaño como el Colmenarico y a él hacen referencia en sus escritos varios estudiosos locales. En el año 1955 se conoció que, con motivo de la explotación de la cantera de piedra caliza allí existente, se había producido la destrucción de varias sepulturas colectivas eneolíticas.
El semanario 'El Lorquino', de 22 de marzo de ese año, recogía en una breve nota «la visita al lugar donde se encontraron restos prehistóricos, en la cantera Murvierdo, de detrás del Calvario, del Comisario Provincial de Excavaciones Arqueológicas, don Cayetano de Mergelina. Dichos restos han sido encuadrados como correspondientes al periodo eneolítico y dentro de él al argárico almeriense. En breve comenzarán las excavaciones, nombrándose en nuestra ciudad un comisario local».
El cerro del Colmenarico o carretera de Murviedro está ubicado al este de la sierra de la Peñarrubia, donde ahora se sitúan varias antenas de televisión. La coincidencia de la primera leyenda y de la historia de los canteros sobre los restos resulta al menos curioso. Lo aparecido en Murviedo está expuesto en el Museo Arqueológico de Murcia, pero sólo son útiles, ídolos de piedra, amuletos...
Hasta aquí lo que no sabemos si será leyenda o realidad, para la que no se ha encontrado confirmación. En 1979 se descubre, destruye y saquea el enterramiento megalítico más importante de Murviedro, circunstancia que motivó una excavación de urgencia dirigida por José Félix Méndez en 1983. Se trataba de una cueva artificial de construcción mixta, en la que se aprovecha la roca natural y se forran las paredes de ortostatos (losas de piedra hincadas verticalmente, que sirven de cierre o de sustentación en los monumentos megalíticos). Es un enterramiento múltiple con calcinación parcial de los inhumados, con un rico ajuar en el que se puede distinguir tres fases cronológicas que abarcan desde el Eneolítico al Argar.
Entre los elementos encontrados figuran 40 vasos de cerámica, 210 puntas de flecha, cuatro punzones de cobre, un anillo y dos trompetillas de oro, otra de plata, tres amuletos zoomorfos de hueso, 19 espátulas y tres hachas de piedra pulimentada, entre otras cosas.
En la memoria de la excavación de Méndez se recoge que «en el momento de la excavación el monumento se encontraba en estado deplorable». Su planta es rectangular irregular, construido posiblemente aprovechando un abrigo rocoso. El alzado lateral Este está constituido por siete ortostatos calizos clavados verticalmente con un ancho entre 40 y 60 centímetros y altura diversa. En el alzado Oeste se han conservado seis ortostatos similares en cuanto a anchura y altura a los anteriores. Estaría cerrado con grandes piedras, pero la pendiente y la erosión haría que éstas cayesen a la parte baja del monte, no pudiendo ser ya reconocidas.
Méndez señala que el enterramiento debió contener un elevado número de individuos sepultados, pero sus restos se han conservado muy mal, además de haber sido saqueados en su totalidad. Con posterioridad a la campaña de Méndez se llevó a cabo otra en 2001 con objeto de documentar la superficie del poblado donde se iban a trasladar las antenas del Castillo. El área que se excavó fue de mil metros cuadrados, y resultó ser una zona marginal del poblado, afectado por las canteras en la parte meridional y occidental, con escaso depósito arqueológico.
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lunes, 7 de junio de 2010
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