Aunque a finales del siglo XIX y en el siglo XX el cuento de hadas pasó a estar asociado con la literatura infantil, originalmente la audiencia de éstos eran tanto adultos como niños. El cuento de hadas era parte de una tradición oral: se narraban oralmente más que escritos, y se pasaban de generación en generación. Con frecuencia tenían finales tristes: tal era el castigo por tratar con hadas.
Más tarde los cuentos de hadas fueron sobre príncipes y princesas, combates, aventuras, aristocracia y amor. Las hadas tenían un papel secundario. Las lecciones morales y los finales felices fueron más comunes, y siempre se castigaba al villano. En la era moderna, los cuentos de hadas fueron alterados, normalmente para eliminar la violencia y que pudieran ser leídos a los niños (que, de acuerdo con la opinión moderna habitual, no debían oír nada violento).
A veces los cuentos de hadas son simplemente entretenimientos milagrosos, pero con frecuencia son cuentos morales disfrazados. Esto resulta cierto para la Colección de cuentos de hadas (Kinder- und Hausmärchen) de los hermanos Grimm y para mucha de la aguda y certera crítica social bajo la superficie de los cuentos de Hans Christian Andersen, que influenció entre otros a Roald Dahl.
El cuento de hadas tiene unas raíces antiguas, más que la colección de cuentos mágicos Las mil y una noches, en la mitología clásica: Cupido y Psique, Bel y el dragón. Los cuentos de hadas resurgieron en la literatura en el siglo XVII, con los cuentos napolitanos de Giambattista Basile y los posteriores Contes de Charles Perrault, quien arregló los cuentos de La bella durmiente y Cenicienta.
Además, las historias de Las mil y una noches como Aladino y la lámpara maravillosa y Alí Babá y los cuarenta ladrones son a menudo considerados como cuentos de hadas propiamente dichos.
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domingo, 27 de septiembre de 2009
Historia cuentos de hadas
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