Este ser de la mitología hurdana, aunque es a menudo clasificado como “duendi” por los propios hurdanos y llamado a veces “Duendi Tiznáu” o “Duendi Entiznáu”, encajaría poco con las características, comportamiento y diminutez de los duendes al uso. Su estatura es enorme, a veces descrito como de unos cuatro metros y en ocasiones incluso como un gigante mayor que los montes más altos de las Hurdes, alcanzando hasta las nubes.
Su nombre le proviene de lo oscuro de su figura, vestido con ropas oscuras, un gran sombrero (que en ocasiones se describe como de copa) y con la cara tiznada.
Posee la capacidad de conjurar tormentas, provocando los rayos con el eslabón y pedernal (deslabón y pernala, en altoextremeño) de que está provisto y los truenos tocando un descomunal tamboril.
También puede traer la lluvia revolviendo las nubes con su sombrero. No sólo esta faceta de señor de la atmósfera, sino también su indumentaria, lo entronca con otros genios de las tormentas de otras zonas como el Ñuberu o Xuan Cabritu asturiano, aunque su gran tamaño lo singulariza.
Es un tanto irascible. Cuando los pastores rechazan ofrecimientos del Entiznáu, como el de su eslabón y pedernal para encender sus cachimbas, es cuando desata las peores tormentas enfurecido.
Es temido por la Chancalaera, con la que posee cierta relación de enemistad.
También existen otros genios de las tormentas que reciben el nombre de "escolar".
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jueves, 24 de septiembre de 2009
Duende Entiznáu mitología hurdana
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