El pasado 29 de noviembre, la agencia espacial norteamericana NASA anunciaba en su página web que estaba a punto de hacer público un hallazgo que “impactaría en la búsqueda de evidencias de vida extraterrestre”. El secreto quedaría desvelado en una conferencia sobre astrobiología que tendría lugar en Washington el 2 de diciembre.
Durante los días que precedieron a la fecha del evento, internet se convirtió en una montaña de rumores. Algunos bloggers se atrevían a vislumbrar el tan ansiado descubrimiento de vida en Marte. Otros situaban el escenario de tal hallazgo en Titán, una de las lunas de Saturno, uno de los lugares del Sistema Solar con más probabilidades para albergar vida. Las apuestas más delirantes incluían una versión conspiranoica de las filtraciones de Wikileaks, según la cual, todo sería un montaje de la agencia americana para desviar la atención de los incómodos cables diplomáticos que en estos días ocupan los titulares.
No se trataba de una maniobra inocua por parte de NASA. Los efectos del anuncio estaban calculados y sin duda lograron el efecto buscado; despertar la atención. El día 2 de diciembre llegó y el equipo científico, que incluía a Mary Voytek, directora del programa de astrobiología de la NASA, y a Felisa Wolfe-Simmon, investigadora de la agencia, dio la noticia: el hallazgo de una bacteria que sobrevive gracias al arsénico en Mono Lake, California.
En palabras de Erik Stengler, Doctor en Astrofísica y responsable de Didáctica y Actividades del Museo de la Ciencia y el Cosmos (La Laguna), “se ha descubierto un bacteria que tiene en su metabolismo arsénico en lugar de fósforo, cuando siempre se ha pensado que el arsénico era hostil”. Un hallazgo que no deja de suponer una paradoja, máxime cuando el arsénico representa el paradigma del veneno.
Dentro de la biología, este descubrimiento representa un hito y posiblemente implique “cambiar algunos libros”.
Un nuevo tipo de vida
De la noticia de NASA se pueden extraer dos lecturas interesantes, a juicio de Stengler. Una de ellas nos lleva a la denominada panspermia; una teoría según la cual la vida pudo llegar a la Tierra desde el espacio, a bordo de cometas o meteoritos. “Hay quien dice que esa vida haya podido venir desde fuera” explica el astrofísico. De esta forma, la exótica bacteria de Mono Lake podría ser de origen extraterrestre, aunque el experto subraya que esto no deja de ser una especulación.
La otra implicación del descubrimiento, que es la que realmente interesa a los científicos, es que “en nuestra búsqueda de vida extraterrestre, las condiciones ya no son tan restrictivas, se amplían un poco las posibilidades de encontrar vida”.
Posiblemente, en algunos planetas en los que se daba por sentado que no hay vida, esos criterios haya que cambiarlos. “A partir de ahora, si en la atmósfera de un planeta se detecta arsénico, habrá un impedimento menos para que tenga vida” sentencia el científico.
Ante la magnitud del hallazgo, se ha comenzado a hablar de una biosfera distinta que conviviría con la que ya conocemos (y que engloba a la totalidad de seres vivos que pueblan el planeta). Esta bacteria plantearía la existencia de un nuevo tipo de vida que nadie esperaba. Sin embargo, en opinión de Stengler, hablar de una biosfera distinta es algo atrevido. “El lago donde se han encontrado está integrado en nuestra biosfera. La bacteria vive en nuestro entorno” argumenta.
Por tanto, no sería lógico proponer que las leyes de la biología no son universales ya que “el haber encontrado esta bacteria no contradice nada, simplemente añade una nueva información. No se conocía que mecanismo provocaba que en el arsénico se desarrollara vida”.
El marketing de la NASA
El astrofísico se pronuncia sobre los mecanismos mediáticos que ha empleado la NASA para llamar la atención, creando días antes del anuncio la expectación de todo lo que rodea a un gran descubrimiento, como si del estreno de una superproducción cinematográfica se tratara. “Está bien que la ciencia utilice estos medios para darse publicidad, es legítimo. Lo del anuncio previo ya crea expectativa. Había intención de atraer la atención sobre sí misma. En Europa este tipo de historias es difícil porque hay mucha burocracia. La NASA a la hora de buscar financiación va por otros cauces” considera.
Ni marcianitos verdes, ni platillos volantes. El descubrimiento de Mono Lake nos habla de un nuevo tipo de organismo vivo que nos obligará a replantearnos qué entendemos por vida, un concepto sujeto a constante revisión; y en qué cantidad y de qué forma puede hallarse ésta esparcida por el Universo.
Pero más allá de estas consideraciones, hay otras que nos remiten a los difíciles momentos por los que pasa la ciencia en la actualidad. La NASA tiene que ganarse su presupuesto todos los años y nada mejor que hacer un pequeño show para reclamar la atención del mundo sobre lo que está ocurriendo en los laboratorios.
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martes, 4 de enero de 2011
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