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martes, 14 de junio de 2011

Escritores en plena ruta Emilia Piris Galeano

Si tomaste la mejor ruta para ser escritor/a, la lectura, hoy te acompañamos con un texto que trata de las impresiones de un escocés que pisó tierras paraguayas poco después de nuestra Independencia. Luego, hay un ejercicio de entrenamiento para el logro de tu meta: ser escritor/a.


I – LEER

Curiosas costumbres paraguayas
(Siglo XIX)

En el primer rancho en que paré para pasar la noche (y fue uno de la mejor clase), pedí al descender del caballo un poco de agua. Me fue traída en un porrón por el dueño de casa, que se mantuvo en la actitud más respetuosa, sombrero en mano, mientras yo bebía. Fue en vano pedirle que se cubriese; no quiso escuchar mis súplicas y vi, en el curso de la tarde, que sus hijos varones estaban acostumbrados a guardar igual respeto. Las hijas respetuosamente cruzaban los brazos sobre el pecho cuando servían de comer o beber a sus padres o a los extraños. (…)

Había llamado mi atención, al acercarme, una singular construcción levantada muy cerca del rancho. Cuatro palmeras de quince pies de altura estaban enterradas como postes, con intervalos que constituían un cuadro de veinte pies. Entre cada palmera había un poste intermedio de igual altura, sosteniendo vigas que formaban el entramado del techo. Sobre este estaban extendidas toscas esteras de manufactura india. La plataforma tenía el aspecto de un alto escenario de teatro accesible desde el suelo por una larga escalera portátil.

Cenamos copiosamente leche, mandioca, miel y un cordero asado entero. Inmediatamente después de cenar, toda la numerosa familia de nuestro huésped vino a él y, juntando las manos en actitud de plegaria, dijo en guaraní: “La bendición, mi padre”. El viejo movió su mano trazando en el aire una cruz y dijo a cada uno, sucesivamente: “Dios lo bendiga, mi hijo” o “mi hija”, según el caso. Tenía una familia de nueve hijos; la mayor era una bella joven, rubia como una europea, que tendría veintidós años, y el menor, un niñito paraguayo de ocho años. Después los hijos hicieron lo mismo con la madre, y recibieron de ella igual bendición.

Grande fue mi deleite al ver realizado, por hijos del tiempo moderno, este patriarcal homenaje a sus padres, y no menor fue mi sorpresa cuando, inmediatamente después, los vi subiendo la escalera uno por uno hasta llegar a la plataforma y allí, después de aflojar sus escasas vestiduras, acostarse para dormir. Gómez me dijo que nosotros dormiríamos allí también, para evitar los mosquitos y, tan pronto como me informó que no suben jamás a la altura de la ramada, trepé con presteza no concebible fácilmente sino por quienes han sido mártires de las irritaciones y zumbidos atormentadores de aquellos insaciables insectos.

Mientras estuvimos sentados a la puerta del rancho, no habíamos sufrido poco a causa de sus picaduras y por su constante y molesto zumbido alrededor de nuestros oídos. Sorprende decirlo. Tan pronto como alcancé la envidiable altura, donde en profundo sueño yacía la familia del buen hombre, ni un solo mosquito o insecto de cualquier clase se hizo sentir.

(John Parish Robertson. Cartas del Paraguay – “Carta XXI”, fragmento)

Después de la lectura

* Si en el texto encuentras términos cuyo significado desconoces, búscalos en el diccionario.

* Investiga:
Si 1 pie= 0, 3 metros, ¿cuántos metros de alto medían los postes de palmeras y cuánto medía toda la construcción?

* ¿Lo recuerdas?

El señor Robertson observó desde que llegó al rancho raras costumbres para él. Enuméralas:

1.
2.
3.

¿Cuál de ellas, de acuerdo al texto, lo sorprendió más?

El orden en de los hechos

En un relato, los hechos que primero sucedieron pueden aparecer al final, o viceversa, según lo disponga el narrador. En el texto leído, ¿en qué orden ocurren los hechos? Indícalo:

___ La observación de la plataforma de palmeras. ____ La cena copiosa. ____ La llegada al rancho y el recibimiento respetuoso. ____ El pedido de bendición de los hijos a los padres. ____ El sosegado sueño de todos los de la casa. ____ La subida a la plataforma. ____ Las molestosas picaduras de los mosquitos.


II – Escribir

a)Imaginar

Que llegas a un país del Asia o a la Polinesia, con costumbres muy diferentes a las nuestras y, aunque tengas un guía, debas realizar algunas actividades sin su ayuda. Toma apuntes de lo que imaginas que podría ocurrir como si ya estuviera pasando.

b)Observar

Busca informaciones sobre el país que has escogido; o películas, u observa a los inmigrantes, si es posible, que pertenecen al país escogido. Anota las costumbres que te parezcan notables.

c)Tu experiencia

Recuerda algún episodio de tu vida en el que te tocó tratar con gente de cultura diversa; anota lo que recuerdes. Si no has pasado por esto, no hay apuntes.

Redacción del borrador

- Redacta, por cada apunte, una oración corta y clara, que exprese una sola idea.

- Ten los conectores a la vista: serán una gran herramienta.

- Marca con diferentes colores las oraciones que tengan entre sí algo en común: el lugar o el gesto, o lo que sentiste, etc.; júntalas, pero una debajo de otra. No importa el orden en que queden.

- Deja espacios entre los grupos que se formaron alrededor de un punto del tema.

- Trata de incluir cada grupo de oraciones en un párrafo, uniéndolas con los conectores adecuados. Sigue con los otros grupos.

- Lee los párrafos así formados y ajústalos según creas conveniente.

- Trata ahora de que los párrafos se complementen en lo que dicen. Toma de modelo el texto leído.

Y ahora, a mejorar el borrador, dándole al comienzo, por ejemplo, un toque atractivo para despertar la curiosidad del lector sobre lo que le vas a contar. ¡Buen ejercicio!
Lic. Emilia Piris Galeano://www.abc.com.py



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