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miércoles, 20 de enero de 2010

Guadalajara: tierra de leyenda y misterio (I) Julio Martínez

Siempre se habla de Galicia como una de las zonas más mágicas y legendarias de España. Sin embargo, en otros puntos del país también existe una amplia tradición oral, que ha permitido que perduren historias relativas a monjes guerreros o princesas cautivas que, sin duda, forman parte del acervo cultural de la zona en la que se enmarcan. Uno de estos enclaves es la provincia de Guadalajara que, contrariamente a lo que muchos piensan, cuenta con gran número de leyendas que hacen más atractivos los paseos por sus comarcas.

Uno de los mitos más conocidos tiene que ver con el castillo de Riba de Santiuste, una pequeña localidad que se localiza relativamente cerca de Sigüenza. Se trata de una fortaleza medieval que se alza sobre una cresta rocosa, y que actualmente se encuentra en mal estado de conservación debido a la dejadez de su propietario, Enrique Calle Donoso. Sin embargo, sus paredes acogen un curioso misterio que ha hecho que varios programas de radio nacionales –como Milenio Tres, de la Cadena SER– hayan emitido en directo desde el lugar.

Si se hace caso a la tradición, allí, se aparece el espectro de Manuela, una noble musulmana que encontró la muerte en el lugar durante un asedio. “La manifestación es del tipo dama blanca y llega a ser visible tanto de día como de noche, según distintos testimonios” indica Pedro Amorós en su libro “Guía de la España Misteriosa”. “También, se han recogido psicofonías que registran voces de mujer” continúa.

Fantasma en Sigüenza

Castillo de La Riba de Santiuste.

Castillo de La Riba de Santiuste.
Pero éste no es el único castillo con fantasma de la provincia. Ni más ni menos que el Parador seguntino también posee una leyenda de estas características. La historia parte del confinamiento que sufrió en el emplazamiento doña Blanca de Borbón, esposa del emperador Carlos V que fue repudiada y encarcelada por éste para poderse ir con su amante.

“Corre el rumor […] de que se ha podido ver en muchas ocasiones una especie de neblina evanescente por los corredores y pasillos. Algunos le atribuyen una forma femenina a la misma y, por ello, la vinculan con el espectro de doña Blanca, de quien dicen que se encuentra vagando entre sus muros” explica Amorós en su obra. “Sin embargo, algunos apuntan a que el posible espectro que deambula por los pasillos también podría pertenecer a fray Bernardo de Agén, que tras la reconquista de la población en 1123, fue el primer obispo proclamado que habitó en el lugar” detalla.

La leyenda del Alto Rey

No muy lejos de la Ciudad Mitrada se encuentra otro enclave rico en fábulas. Se trata del Alto Rey, que con sus 1.852 metros se alza como una de las cimas más elevadas de la provincia. Las leyendas comienzan incluso a la hora de hablar de su formación. Según la tradición, esta montaña, junto con el Ocejón y el Moncayo, eran originariamente tres hermanos que mantenían una relación conflictiva. El padre, harto de las disputas, decidió echarles una maldición que convirtió a cada uno de sus vástagos en un monte de gran altura, de tal forma que los jóvenes podrían verse entre ellos pero no escucharse.

Sin embargo, hay más historias populares que se relacionan con el lugar. De acuerdo con lo expresado por Pedro Vacas en su libro “Leyendas romanceadas del Alto Rey: la montaña sagrada”, durante la época de la reconquista, los cristianos, tras una escaramuza contra los árabes, huyeron diezmados a través de la mencionada sierra. En lo más alto de la cordillera, se toparon con un pastor que les daría un valioso consejo que les serviría para ganar la batalla.

El Alto Rey es una sierra con muchas historias.

El Alto Rey es una sierra con muchas historias.
El cabrero les conminó a que, una vez llegada la noche, atasen sendos faroles en los cuernos de sus animales y que, en el momento en que el trabajo estuviese realizado, habría que conducir la manada a lo alto del monte. Los soldados hicieron lo que les recomendó el ganadero y, finalmente, consiguieron vencer el enfrentamiento, ya que, los musulmanes, al ver tanta luminiscencia, creyeron que tendrían que luchar contra un gran ejército, optando por batirse en retirada.

Pero las leyendas referidas a este enclave no finalizan aquí. Existe una ermita en la cima más elevada de la sierra, cuyo aspecto actual data de finales del siglo XVIII, aunque hubo edificaciones anteriores. Durante mucho tiempo, el lugar estuvo custodiado por monjes que, debido a las inclemencias meteorológicas, decidieron trasladar sus celdas a un prado existente a mitad de la ladera sur, hoy término municipal de Bustares.

Sin embargo, los frailes no tuvieron éxito en su empresa, ya que, todo lo que edificaban por el día, se caía por la noche. Cuando, al fin, consiguieron terminar la obra, trasladaron la imagen de los santos hasta el lugar. Sin embargo, al despertar a la mañana siguiente se dieron cuenta que no estaban donde los dejaron, sino que habían regresado al santuario primitivo. Por ello, los religiosos tomaron la determinación de olvidar su objetivo y regresar a sus celdas de la montaña.

Los templarios y Guadalajara

Otra de las leyendas que entroncan con la ermita del Alto Rey es su más que posible origen templario. A pesar de los escasísimos datos existentes sobre esa orden religiosa, ya que, tras su disolución en 1314 por mandato del papa Clemente V la mayor parte de sus aechivos se destruyeron, el periodista Juan Ignacio Cuesta muestra en el capítulo referido a Guadalajara de la “Gran Guía de la España Templaria” un documento muy interesante.

La ermita del Alto Rey posiblemente es de origen templario

La ermita del Alto Rey posiblemente es de origen templario
Se trata de un pasaje del “Diccionario geográfico–estadístico–histórico de España y sus posesiones de Ultramar”, realizado por Pascual Madoz entre 1845 y 1850. En el mismo, se afirma que: "se cree que esta abadía se fundó con las haciendas que poseían los templarios de aquel territorio y consisten en la misma iglesia de Santa Coloma [ubicada en Albendiego], parroquia en el día, un castillo inmediato a ella con casa y huerta, la ermita titulada del Santo Alto Rey, […] otro castillo arruinado contiguo a la misma y toda la tierra de llano y monte que media entre ambas alturas".

Como se ha referenciado, en el cercano santuario románico de santa Coloma, también se pueden distinguir elementos que pudieran tener alguna influencia de dicha congregación. Un ejemplo de ello sería el Sello de Salomón representado en una de las ventanas existentes cerca de la portada. A esta iglesia se debe unir la de San Bartolomé, emplazada en Campisábalos, localidad no muy lejana, y en la que la mencionada Orden también dejó su huella.

Pero los monjes guerreros también se aposentaron en otros puntos de la actual provincia de Guadalajara. Uno de ellos es Torija, donde contaron con un convento, el de San Benito –hoy desaparecido–, que, a su vez, tendría su origen en uno benedictino anterior, levantado en el siglo VIII por el arzobispo de Toledo. “Hay restos de cimentaciones y material de obra por todo el cerro que está enfrente del castillo” señala Juan Ignacio Cuesta en su obra.

Incluso, el periodista no descarta que el edificio defensivo fuera trazado por el Temple. “Su estilo es muy semejante al de otras fortalezas realizadas por la Orden, como en Ponferrada, pero se ignora todo en cuanto a este punto indemostrable” continúa. “Su gran altura y su función poliorcética claramente bajomedieval, hacen sospechar que, si no lo empezaron los templarios, sí que lo inspiraron o al menos sugirieron su hechura” subraya. “La presencia de ciertas marcas de cantero en sus piedras con la estrella de David, de filiación hebrea, permite pensar que fueron ellos quienes contrataron obreros de este origen en el pueblo” concluye.

La iglesia de Santa Coloma tiene representado el Sello de Salomón.

La iglesia de Santa Coloma tiene representado el Sello de Salomón.
Otro de los emplazamientos por el que los mencionados frailes batallares pasaron fue Uceda, donde instalaron una encomienda –de la que hoy apenas se conservan datos–, y que se pudo constituir como un centro administrativo, del que dependían posesiones agrarias e iglesias –entre las que se encontraría Santa María de la Varga, ubicada en la localidad–. También se pueden encontrar huellas de la Orden en el santuario románico de Beleña de Sorbe o en diferentes municipios situados en las riberas del Tajo o en el Señorío de Molina.

Con la Iglesia hemos topado

Pero si todo lo relacionado con la Orden del Temple se ha enmarcado dentro del capítulo de los enigmas históricos –debido a la poca información existente–, no menos sugestivos son otros aspectos relacionados con la Iglesia Católica. Uno de los asuntos que, a lo largo de los siglos, más ha llamado la atención, son las narraciones relacionadas con las apariciones marianas.

En la provincia, una de las más conocidas es la protagonizada por la Virgen de Hoz, cuyo santuario se encuentra en el término municipal de Ventosa. Según cuenta la tradición –que Jesús Simón Pardo recoge en su libro “Leyendas sobre la Virgen en Guadalajara”–, el suceso tuvo lugar entre los años 1125 y 1135, siendo un joven pastor el protagonista del mismo.

Un día, el mencionado chiquillo salió al campo con sus vacas. Sin embargo, uno de los animales se le extravió y comenzó a buscarlo por los alrededores, sin darse cuenta que la oscuridad de la noche se cernía sobre su cabeza. Aún así, se siguió internando en la espesura, por lo que se acabó perdiendo entre el arbolado. Pero, de repente, divisó un resplandor en un claro del bosque en el que también se encontraba el ungulado que quería localizar.

“El vuelco de alegría que le dio el corazón le impidió percatarse en un primer momento de la actitud inmóvil del animal. Se asustó, pero al dirigir su vista hacia el lugar de donde procedía la luz, contempló la imagen de la Virgen Santísima con el Niño en brazos sobre la repisa de la roca” señala Simón Pardo en su obra.

San Bartolomé, en Campisábalos, tiene herencia templaria

San Bartolomé, en Campisábalos, tiene herencia templaria
El acontecimiento se difundió rápidamente entre los municipios de la zona, llegándose a producir un enfrentamiento entre los vecinos de Ventosa y Corduente por la propiedad de la talla. Ante esta lucha, las autoridades del Señorío decidieron trasladar el paso hasta la iglesia principal de Molina.

“Pero al abrir las puertas el sacristán al día siguiente se encontró con el altar vacío. Se corrió la noticia de la desaparición de la Virgen y alguien, que se acercó hasta la garganta del Gallo, pudo afirmar que se hallaba en el mismo lugar donde la había encontrado el vaquero de Ventosa” señala el escritor briocense, quien recuerda que esta operación se repitió hasta en dos ocasiones más, por lo que se acabó venerando a la talla en el lugar en donde se localizó.

Lo que no sabían los molineses del siglo XII es que el mencionado emplazamiento era el lugar exacto en el que 200 años antes, don Gabinio, último obispo cristiano de Ercávica –ciudad romana y, posteriormente visigoda, situada en las cercanías de la localidad conquense de Cavañeruelas–, moría huyendo de la invasión árabe. Y fallecía –según cuenta la tradición– viendo la escultura de la Virgen.

Ésta es una de las leyendas sobre apariciones marianas más conocidas de la provincia. Sin embargo, hay muchas historias más. Al igual que, hay otro gran número de enigmas y misterios relacionados con Guadalajara, que se narrarán en reportajes sucesivos.



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